QUINTO PODER
Gaby y la in-justicia para las
mujeres.
Argentina Casanova
El caso de Emma Gabriela (Gaby) Molina
Canto no ha recibido la difusión que en su momento tuvo el de Yakiri por varias
razones; entre ellas que ocurrió en una entidad –lejos del centro del país-
donde las cosas se silencian hasta naturalizarlas. Otra de las razones posibles
es que a diferencia de Yakiri, el agresor está vivo y hasta ahora se ha salido
con la suya, eso sí, ayudado por la justicia mexicana. Sí, la misma justicia a
cuyo nombre la Suprema Corte de Justicia de la Nación recibió un reconocimiento
otorgado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el reconocimiento
que emite el organismo internacional en
materia de derechos humanos.
Además del escenario de injusticia hay otras cosas tiene en común
el caso de Emma Gabriela con el de Yakiri, la más importante. es el juez que
lleva el proceso. Sí, sorprendentemente y aunque el hecho corresponde a un
proceso que inició por un litigio de custodia, el caso derivó magistralmente en
una denuncia presentada contra Emma Gabriela ante el juzgado 68 de lo penal.
Sí, aunque parezca insólito, la Justicia en México es pronta y expedita cuando
de juzgar a las mujeres se trata. Más si quienes las acusan son los esposos,
mucho más si está de por medio la custodia y muchísimo más si atreven a
defenderse.
El caso de Emma, que inició con un proceso por la custodia de sus
hijos emprendida ante una juez de lo familiar en Yucatán, fue la gota que
derramó el vaso de la violencia que ya venía recibiendo por parte de su esposo.
Quienes trabajan en la defensa de los derechos de las mujeres y la prevención y
atención de la violencia saben muy bien que nunca está más en riesgo una mujer
que justo cuando decide romper el ciclo de la violencia y este caso lo
evidencia.
Cuando Emma dejó Tabasco atrás, donde vivía con su esposo, y
retornó a Yucatán y obtuvo la custodia de sus hijas e hijo, los cuales tuvo
hasta el momento en el que en un operativo por demás ilegal la sorprenden y se
los quitan, pero eso no fue suficiente, fue acusada del robo de la camioneta
que era propiedad de una empresa del esposo.
Lamentablemente el hecho es algo común también, así operan cuando
sienten que han perdido el control y las acusan de robo, les quitan a los hijos
para chantajearlas, les quitan propiedades y las denuncian para que en
complicidad con “la autoridad” las terminen por quebrar emocionalmente. Pero en
el caso de Emma no les bastó y la
retuvieron por 4 meses en la cárcel, en un proceso plagado de irregularidades
que solo podía ocurrir en un estado cuyo gobernador fue acusado de fraudes
millonarios con todo su equipo de colaboradores, entre los que se encontraba el
esposo de Emma Gabriela.
Pero no fue suficiente, apenas logró su libertad Emma Gabriela,
con el pago de una fianza, para entonces el padre de los niños y su acusador
había obtenido en un proceso “exprés” la custodia de las 2 niñas y el niño. El
resto fue una pesadilla, a ella le fabricaron otro delito, ahora en el Distrito
Federal: fraude equiparado.
Ligia, la madre de Emma Gabriela no ha dejado de luchar un solo
día para probar la inocencia de su hija
que hoy permanece escondida ante la orden de aprehensión, bajo el terror de no
regresar a la cárcel, y con el anhelo de buscar y recuperar a sus hijos que
hasta el día de hoy nadie sabe dónde están y dónde los tiene el padre de los
pequeños.
La madre, una mujer jubilada, ha acudido ante todas las
instancias. Aprendió a usar redes sociales, apoyada por la defensora de
derechos de las mujeres Adelayda Salas, en Yucatán, ha emprendido una campaña
por los derechos de Emma Gabriela, que ha buscado hacerse escuchar en medio de
otros casos que reciben más atención mediática.
Doña Ligia, cansada, ojerosa y desesperada por ratos con lágrimas
en los ojos cuenta la historia, habla y pide ayuda, clama por la justicia para
su hija cuyo único delito ha sido amar a sus hijos y pelear por ellos, y
haberse casado con un hombre que en medio de los hechos ilícitos que ocurrieron
en Tabasco, encontró el escenario ideal para poner a la justicia de su lado
–nada nuevo cuando se trata de controversias entre esposos y esposas-. Ella
narra: dijeron que mi hija –el mismo día que aún estaba en la cárcel en Tabasco-,
contactó gente y robó dinero. Que ella y otra persona robaron dinero, que se
encontraron en un café en el Distrito Federal, y que mi hija vive en el
Distrito Federal. ¿Y qué juez cree que es? El mismo que encarceló a Yakiri Rubí
Rubio Aupart. Ese mismo juez (Santiago Ávila Negrón, Juez Sexagésimosexto de lo
Penal). El expediente de mi hija es el 96/2013”, explica.
El miedo está latente en Emma Gabriela, permanece aislada por
temor a volver a la cárcel, sin contacto con su familia ni amigos y bajo la
tortura de no saber dónde están sus hijos desde que le fueron arrancados,
porque él, su esposo tenía de su lado todo el poder y el apoyo de un Estado
para mover la justicia a su voluntad, lo suficente para mandarla 4 meses a la
cárcel y promover una denuncia ante el DF ante un juez –hoy polémico- que
garantizaba lo que caracteriza al sistema de justicia en México, efectividad
contra las mujeres y en la violación de sus derechos humanos.
La causa está en Avaaz.org, se mueve en twitter con el HT
#libertadaGaby y la información es difundida por la cuenta @adelitadecholul
que administra la propia madre de EmmaGabriela.
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