El tendedero

martes, 27 de julio de 2010

CUARTO PODER

La persona y sus derechos particulares
Argentina Casanova
La sombra en el párpado me embalsama eternamente
como mujer.
Es el rito ancestral del payaso:
mejillas rojas y boca de color.
Me pinto porque así me dignifico como bufón.
Estoy repitiendo/continuando un acto primitivo.
Es como pintar búfalos en la roca.
Y ya no hay cuevas ni búfalos
pero tengo un cuerpo para texturizarlos a mi gusto.
Contradicciones al lavar un plato, Kyra Galván


Hace unos días, una servidora pública se hizo famosa de la noche a la mañana, como quizá nunca se imaginó. De ser una nada pasó a ser la protagonista de la noticia nacional y quizá hasta fijó la atención de algunas organizaciones internacionales en sus dichos en una conferencia que ofreció en el seno de un evento partidista. El nombre de Luz María Ramírez Villalpando se hizo uno de los más buscados en google y yahoo.
La directora del Instituto de la Mujer de Guanajuato tuvo el desatino de decir en una conferencia que las mujeres que “usaban piercings y tatuajes era por la pérdida de valores”, entre otras afirmaciones en las que cuestionó que una mujer joven quisiera colocarse un arete en sus partes íntimas ¿a quién se lo va a mostrar ahí? Cuestionó ante su auditorio.
La noticia llegó a los medios de comunicación obteniendo el merecido repudio de la sociedad en general, principalmente de quienes promueven los derechos humanos y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Una incongruencia que una seudo servidora pública que labora en una institución de las mujeres se expresara así, una insostenible vergüenza que sea mantenida en su cargo pese a demostrar no estar capacitada para un trabajo como ese y lo que es peor, contribuir a la de por sí ya existente violencia institucional con la omisión de la atención a las mujeres por creencias personales, particulares o religiosas.
El tema es grave, y más grave será que la Comisión Nacional de la Prevención de la Discriminación no logre una sanción para la funcionaria, así como de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que debería venir acompañada del cese y fincamiento de responsabilidades pues ningún servidor público puede ni debe anteponer sus creencias personales a sus tareas institucionales.
Retomo unas ideas expuestas por un amigo activista de los derechos humanos que son básicas para comprender la dimensión del asunto, cito a Miguel Angel Antemate: “existe el Libre Desarrollo de la Personalidad (en vista de que mucha y muchos funcionarios y funcionarias desconocen su existencia), la cual implica por un lado un patrón subjetivo de conducta no lesiva de terceros, amparado en la Libertad Ideológica como manifestación de mis nexos con la vida, la filosofía, mis creencias personales, etc.
Esto me protege para estar tatuado y no ser pre-juzgado moralmente por ello; a no ser discriminado y/o marginado; por asumir posturas que voluntariamente adoptamos en el fuero interno”.
En sus comentarios, el activista explica de manera más simple: “significa que al Estado y a sus funcionarios conservadores les debe valer “un pepino si me tatuó, si aborto, si deseo un testamento de vida, pues un Estado Democrático, Laico y Garantista no puede tener funcionarios que hagan las veces de "censores de la moral y las buenas costumbres", esto, en ocasión a que las mujeres con tatuajes "han perdido valores".
Más preciso no puede decirse, y lo que es mejor da argumentos concisos respecto a lo que el Estado tiene por obligación, sus alcances y sus limitaciones frente a la persona como un ser único con autodeterminación sobre su cuerpo.
El tema de los tatuajes no es solo lo que unas personas deciden hacer sobre su piel, o de aquellas o qquellos que se colocan artes o piercings, sino con el derecho fundamental de las personas a que se les respete en su vida privada, en sus decisiones personales y en el derecho a ser diferentes y no una masa alienada y homogénea. Parece increíble que en estos tiempos el “Mundo Feliz” de Aldous Huxley cobra más sentido cuando se ve a autoridades que creen tener el poder de decidir quiénes son las personas con valores y qué es lo que lo otorga.
Por un lado porque nada más subjetivo que la moral, sujeta a los momentos, los lugares y las circunstancias, y que no es tarea de las personas que laboran en las instituciones calificar a los ciudadanos por morales o inmorales, y que independientemente de esto son ciudadanos con el derecho a recibir atención y a ser tratados con todo el respeto. Por otro porque la afirmación de la funcionaria demuestra su total ignorancia y desconocimiento de las manifestaciones artísticas, pues el tatuaje es una de las formas más antiguas que a lo largo de la humanidad ha estado presente ya sea con fines ceremoniales, rituales o como simple forma estética de decoración del cuerpo.
Inicié este comentario precisamente citando un poema de Kyra Galván, donde habla de ese ritual de las mujeres por el maquillaje, por decorarse el rostro, por pintarse el cuerpo como en un tiempo lejano se hizo en las cuevas, porque si algo nos distingue de los animales es que hoy podemos encontrar el maravilloso genio de nuestros ancestros en las cuevas donde dejaron huella de su paso en bisontes, búfalos y manos pintadas por manos que desaparecieron hace miles de años. Lo que queda es el arte y el tatuaje es una forma de llevar arte en el cuerpo para quienes eligen convertir en las cicatrices una forma artística decorada a voluntad.
Etiquetar a una persona con tatuajes como alguien sin valores demuestra ignorancia, intolerancia y eso es precisamente lo que tiene sumido al país en contradicciones absurdas, entre el avance en los derechos de las personas a decidir sobre su cuerpo e instituciones hostigadas por personas que creen que pueden obligar a las mujeres a tener hijos que no quieren por asuntos de “moral”.
Si ahora se deja pasar por alto que una persona que trabaja en el Gobierno y en un organismo de mujeres califique a sus iguales como “sin moral y sin valores” por tatuarse, no imaginamos que sigue, por eso precisamente vivimos una vuelta al pasado con el retroceso en los derechos de las mujeres al penalizarse en varios estados del país el aborto al tipificarse el derecho a la vida desde el momento mismo de la concepción.
Es regla básica el derecho del que está presente es el más importante frente a quien aún no es persona o no está presente y ese es el argumento más sólido para anteponer el derecho de la mujer a decidir tener o no un hijo.
No hay vuelta de hoja, no hay que ceder ni un milímetro, porque ya hemos visto que cuando se duerme la sociedad, avanza la intolerancia y nos quita el ejercicio de nuestros derechos.

No hay comentarios: