El tendedero

lunes, 16 de agosto de 2010

CUARTO PODER

Los queremos vivos

Argentina Casanova

Cuando vinieron a llevarse a los judíos, me callé,
yo no era judío.
Cuando vinieron a por mí, no hubo nadie más
que hubiese podido protestar”.
Martin Niemöller, 1945.

El sábado rompieron el silencio los que siempre se callan su opinión. Los que solo la expresan cuando el género de opinión se los permite con el valor y la defensa del nombre como firma. Fue la marcha de los periodistas denominada “Los queremos vivos”, reclamo dirigido a quienes días atrás secuestraron a cuatro personas que laboraban en diversos medios de comunicación en la cobertura de hechos noticiosos. Afortunadamente todos volvieron vivos, pero esto no ha ocurrido con otros casos de periodistas levantados, asesinados o simplemente desaparecidos de los que nunca se supo nada y que el oprobioso silencio cómplice contribuyó a que no se preguntara y nadie dijera nada, que no se escribiera casi nada.
Los periodistas entrevistados durante la marcha, entrevistados por otros periodistas que cubrían y participaban en la marcha expusieron su preocupación por lo que estaba ocurriendo en el norte del país, pero también en algunos otros estados donde la actividad periodística es una de las más peligrosas por la creciente amenaza del narcotráfico y al mismo tiempo de otras instancias que escudándose en la amenaza de los criminales se sienten con el valor de arremeter contra quienes blanden la espada de la palabra. De la marcha se desprenden varios temas a analizar por la sociedad, no conducidos como infantes pero sí enunciados al menos por quienes ejercemos el periodismo a través de artículos de opinión.
1.-) La reacción de la sociedad
Mucho ruido generó la celeridad con la que fueron detenidos quienes participaron en el secuestro de los periodistas, mucho de esto fue posible advertirlo a través de las redes sociales que hoy día son el espejo fiel de lo que ocurre en la sociedad, de lo que piensan los “de a pie” como se autonombran.
Así podían encontrarse comentarios como “qué suerte para los periodistas, pero ojalá ocurra lo mismo cuando secuestren o cometan algún delito contra los de a pie”. Sin profundizar demasiado en el argumento es obvio que la sociedad se siente vulnerable, desprotegida y en consecuencia temerosa de estar expuesta a cualquier delito que puedan cometer los cárteles o grupos de criminales organizados.
Hasta eso se ha reflejado precisamente, el cuestionar que se les llame “crimen organizado” en tanto que el Gobierno y la sociedad no termina de organizarse.
El hecho es que los periodistas también son gente de a pie, no reciben sueldos onerosos ni tienen seguridad personal como el Presidente de la República y/o los titulares de las corporaciones policiacas, y lo mismo están expuestos a un levantón, un secuestro o al despido de sus jefes si se contraviene la política editorial dictada por algún interés externo.
2.-El silencio cómplice
El segundo punto que queda expuesto en esta marcha es precisamente el silencio cómplice de quienes por temor se decidieron a callar, no sólo las autoridades, otros compañeros, sino las propias autoridades que por 10 años han omitido reconocer que en México ser periodista es tener una actividad de alto riesgo. Máxime en la frontera norte del país.
Como apunta el epígrafe al inicio de este comentario, si todos los que formamos la sociedad fingimos con un silencio cómplice e indiferente que no están ocurriendo cosas en la sociedad.
Son esquemas que han ocurrido en otras sociedades en las que en un momento dado se finge que nada pasa, al menos no mientras no nos toca, mientras el que cae no es un familiar, un amigo, un hermano o un hijo, y hasta que el mal llega a la casa propia es cuando se asume que sí que algo pasaba aunque no se quería ver.
El aprendizaje para todas las sociedades ha sido eminentemente en ese sentido, en el de ser solidario con la causa que sea, con el que sea reprendido, con el que sea amedrentado y más si el crimen organizado pretende amedrentar a quienes tienen como tarea informar de lo que está ocurriendo en el país.

3.- Los dejamos solos
El tercer punto de la marcha fue exponer la conciencia de la prensa del centro del país, la que tiene más peso e impacto a través de los canales y medios nacionales que funcionan en un país centralizado, de que se dejó solos a los periodistas de los estados.
Un hecho que cuesta mucho reconocer porque por primera vez la amenaza le llegó al país como un cáncer, carcomiendo un órgano y minando el resto del cuerpo, pero dejando al corazón centralista continuar empujando sangre sin advertir que el pie, la mano, el hígado se iba pudriendo por los asesinatos de compañeros periodistas.
Tener la capacidad de mirar un error de esa naturaleza y reconocer que se cometió un error desde el centro del país que tuvo oportunidad de denunciar y exponer ante el contexto internacional lo que estaba ocurriendo en el país, darle seguimiento, investigar y/o denunciar hubiera servido de algo.
Esta marcha es también la primera que simboliza la solidaridad de periodistas a otros periodistas asesinados, levantados o desaparecidos.

4.-El derecho a la información y a informar
El cuarto punto es, como también lo expusieron en sus pancartas y en la imagen que sirvió de ícono para promover la marcha, que “el que silencia a uno los silencia a todos”, y lo que es peor, que se peleaba y se exigía en el movimiento por un derecho a informar, pero que es también el derecho de los ciudadanos a ser informados de lo que ocurre hoy día en México.
Ya lo reconoció el Presidente de la República en la mesa para la discusión del combate al crimen organizado, que hay un problema de “comunicación” en su administración que no ha sabido informar de las acciones emprendidas.
El tema quedó más que expuesto con las cifras distintas que arrojó Presidencia, Cisen y PGR respecto al número de personas ejecutadas en el país. La cifra alcanzó un número espeluznante: 28 mil en 989 enfrentamientos sostenidos a lo largo y ancho del territorio nacional en los últimos 3 años.
La pregunta que dejó en el aire el señor Presidente a los líderes de los partidos es “si debe continuar” tal lucha, para lavarse las manos y pasarle la bolita a quienes detrás de sus siglas partidistas lo critican sin tomar el toro cuyos cuernos tiene acorralado al Ejecutivo. De esto y todo lo que ocurre sabemos gracias a los periodistas, a medios de comunicación que asumen el compromiso de dar las cifras que al principio pretendían ser acalladas. Porque esencialmente se trata del derecho de informar, del acceso a la información y en consecuencia de la sociedad para ser informados y el derecho a la libertad de expresión.

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