El tendedero

sábado, 2 de octubre de 2010

CUARTO PODER

El aborto, sin discursos, sólo en voz de las mujeres

Argentina Casanova

De todos los años que tenemos documentados en la historia moderna, al menos en los últimos 500 años es cuando más polémica se ha hecho en torno al tema del aborto, el cual por supuesto desde una visión eurocéntrica, occidental y judeo cristiana se vuelve “espinoso”, controvertido y hasta polarizado. Pero más allá de los discursos políticos y de lo que se dice del tema en los medios de comunicación, en las Iglesias de cualquier religión o en espacios públicos, hace falta prestar oídos a lo que del tema dicen y hablan las propias mujeres.

Es curioso –al menos a mí me lo parece- que quienes más se oponen al aborto, son precisamente hombres que consideran el hecho como un “asesinato”, y escribo curioso porque son precisamente las mujeres que son abandonadas por sus parejas –hombres por supuesto- las que se ven en la necesidad de tomar esa decisión, algunas lo hacen, otras lo piensan y otras más lo consideran y lo descartan, o lo analizan y lo hacen.

Por principio de cuentas creo que a pesar de lo innecesario que nos pueda parecer conviene recordar que ninguna mujer se practica un aborto por un acto de placer o como una forma de entretenimiento, y mucho menos es algo que piense o busque, es el último recurso al que acude cuando otras posibilidades se han cerrado, incluyendo que sus compañeros las dejen solas en la responsabilidad.

Y no es que se busquen culpables, pero por cada mujer que toma la decisión de abortar hay un hombre que tiene responsabilidad en el producto, responsabilidad que la mayoría de las veces se rehúye y eso no hay que perderlo de vista, ni siquiera a la hora en la que se busque criminalizar a las mujeres que son denunciadas por personal médico y/o por las que son “mal vistas” en la sociedad que especula respecto a estas decisiones y que las coloca en la encrucijada de ser juzgadas, criticadas, señaladas e incluso desacreditadas.

Todo eso tiene que ver en el aborto, pero también lo que significa para las mujeres que en la intimidad valoran y sopesan lo que las mueve a tomar la decisión. Hay quienes creen que es un acto de egoísmo lo que las mueve a tomar la decisión; hay quienes se erigen en jueces que no sólo lanzan la primera sino todas las demás piedras para enjuiciarlas y las llaman asesinas, claro sin detenerse a preguntar, a investigar a hablar con aquellas que hayan tomado la decisión y sólo escuchan sus propios argumentos.

Lo peor que le puede pasar a la sociedad son individuos que pretendan que los demás vivan sus vidas con base en criterios y creencias de unos algunos, por eso el estado de derecho pretende desde la laicidad fundar un sistema de convivencia en el que las creencias religiosas no tienen nada que ver con el marco jurídico, y en ese contexto se concilia más en apego a lo que dice la ciencia y a sus alcances, si no podríamos vivir escenarios en los que se haga obligatorio que los hombres se hagan la vasectomía, la circuncisión y/o se prohíban las transfusiones de sangre, que si bien no son aspectos ni positivos ni negativos de algunas religiones sí las distinguen, pero que no a todas las personas les parecería que desde el Estado se les obligara pasando por alto su derecho a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas.

Pero regresando al tema del aborto, insisto fuera del discurso público, en lo privado las mujeres saben que es algo común, que sin importar su situación civil o legal las mujeres lo han practicado y lo seguirán haciendo haya o no leyes que se los permitan, ¿la razón? no hay una sola, son múltiples y si se mencionan es solo para mirar un poco en el pensamiento femenino que no es uno solo, es diverso y se afinca en cada circunstancia particular.

Algunas mujeres reconocen que lo practicaron estando casadas por el espaciamiento necesario –por salud- entre un embarazo y otro; otra causa es porque fueron embarazos en los que las condiciones económicas no eran favorables y si bien todo el entorno conminaba a tener al hijo, nadie podía apoyar económicamente al sostenimiento de éste. En algunos casos las mujeres casadas pero separadas de sus parejas suspenden el uso de métodos anticonceptivos y en “reencuentros” con sus compañeros se han embarazado y al final, solas tienen que tomar la decisión.

Otros casos toman otros matices con las mujeres solteras que si bien han utilizado o estaban usando un método anticonceptivo el porcentaje de falibilidad permitió el embarazo, no por descuido ni irresponsabilidad ni falta de prevención como apuntan los que están dispuestos a juzgar las decisiones, y algunas deciden poner fin al embarazo apenas se dan cuenta y otras deciden tenerlo a pesar de no ser planeado ni deseado.

En la mayoría de las opiniones de las propias mujeres, consideran que el hecho de que un extraño pueda opinar sobre su cuerpo, su vida, su presente y su futuro es una intromisión a su intimidad. Quizá los tiempos en los que las mujeres tenían que someterse en público a un escrutinio para verificar su virginidad no están del todo atrás y solamente cambió de forma.

Es curioso que quienes más dispuestos estén a hablar del tema, en público, sean precisamente hombres. Los cuales apuestan y dan todo por la vida, hablan de que se trata de un asesinato el aborto y de que están “por la vida”, quizá las mujeres que mueren víctimas de la desatención o en condiciones insalubres por abortos mal practicados no entran en los rangos de lo que consideran vidas valiosas, o creen que esos no son asesinatos cometidos por violencia institucional que por omisión las desatiende y las condena a morir.

La interrupción del embarazo, legal o no, es una decisión íntima para las mujeres que se ven en la necesidad de llegar a ese punto, y lo que pasa por sus cabezas nadie puede adivinarlo, ni saber lo que significa ni lo que es, aunque todos estemos dispuestos a opinar y /o criticar a las que hayan recurrido a esa medida. Pero lo cierto es que seguirán practicándose con o sin el permiso para ello, como lo han venido haciendo a través de la historia como un último recurso; antes como una forma de evitar tener hijos ante la imposibilidad de los métodos anticonceptivos y posteriormente por las condiciones restrictivas para ello con métodos altamente peligros y que ponen en riesgo sus vidas.

Quizá todos los que están en contra del aborto nunca han pensado qué pasa por la mente de una mujer que sabe que su vida está en riesgo al tomar la decisión, y aún así recurren a ella como una última salida

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