QUINTO
PODER
El
efecto de la mariposa
Argentina
Casanova
"El aleteo
de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".
Proverbio chino.
Una
noticia confirmó lo que ya se venía especulando: la globalización de los
agentes contaminantes. Un estudio sobre contaminación atmosférica detectó que
la mayor parte de los contaminantes en las ciudades costeras de Estados Unidos
procede de las fábricas de China, la noticia se dio a conocer hace unos días y
eso obliga a pensar en la “globalización” de los efectos de la contaminación.
Ya antes Japón dio muestras de este fenómeno con la contaminación generada por
Fukushima inundaba el océano pacífico llevando los peligrosos desechos
radioactivos hasta a otras partes del mundo.
El
dato oficial es que entre el 17% y
el 26% de la contaminación atmosférica registrada en Estados Unidos era
provocada por industrias dedicadas a fabricar productos para la exportación,
buena parte de los cuales se vendían al mercado de Estados Unidos, principal
consumidor de la mercadería china por sus bajos precios obtenidos así tras
largas jornadas de trabajadores casi en condiciones de esclavitud.
El mundo ha llegado a la era de la globalización
de los desastres ambientales, tal como lo concibió en el flujo de la información
Marshall MacLuhan, el mundo se encuentra estrechamente vinculado lo suficiente
como para entender la relación entre la negativa de Estados Unidos a firmar el
tratado de Kyoto, el envío de desechos de computadoras y equipos de telefonía al
llamado “tercer mundo”, la persecución y saqueo de los recursos naturales por
parte de países “desarrollados” como Canadá, Holanda, Australia y otras
naciones que invierten en las planta eólicas llamándola energía limpia mientras
rompen con el medio ambiente y saquea la minería y contaminan el agua de esos países
“en vías de desarrollo”.
El mundo nos ha quedado chico a tal punto que
ahora la ciencia busca planetas posibles a dónde migrar para cuando nos hayamos
acabado la Tierra, para cuando el tiempo nos alcance y el Sistema capitalista apuesta
a aplicar que el excesivo consumismo tendrá que “regularse” mágicamente de
alguna forma.
Vivimos una realidad en la que los economistas
han preferido creer en la mano invisible que en su momento intervendrá para regular
la creciente demanda de recursos naturales para continuar produciendo-ofertando
para el consumo de productos las más de las veces innecesarios, desperdiciados
y que irán a terminar como basura en la mayoría de las casas, ciudades y
países. Así se van concentrando enormes cantidades de baterías que nadie sabe a
dónde van a parar, insumos de computadoras, teléfonos celulares, equipos
digitales, plástico, botellas y papel que representa la vida de miles de
hectáreas de bosques del planeta. Petróleo que sigue consumiéndose y
contaminando. Un ciclo que parece no tener fin hasta que vemos estas noticias o
recordamos la “nube” de plásticos que flota en el océano.
El
impacto en el corto plazo es la depredación de los recursos a pueblos indígenas
que ven violentado sus derechos pero también al efecto que ese Sistema
capitalista depredador ha emprendido contra el planeta y del que nadie está a
salvo, no hay país ni pueblo que se libre del efecto global de la contaminación
y de las catástrofes que estaría causando sobre los recursos naturales una
oleada de radioactividad. Todavía nadie puede decir qué efecto tuvo sobre el
planeta Chernobyl, nadie aún puede descartar cuáles son los efectos que aún
aquellos pueblos que nunca eligieron ni apoyaron el ciclo consumista-devastador
y que viven en la disminución de la producción de alimentos, de la pesca, de la
migración de las aves y de otros tantos efectos en el que el mundo parece una
madeja de hilo en la que alguien tira y no tiene para cuando parar hasta acabar
con todo.
China
no es culpable, el culpable es el mundo que consume sus productos de baja
calidad y bajo precio. El responsable es el sistema que apuesta a la producción
para un mercado que no tiene llenadera, que siempre quiere algo nuevo, más y
diferente. Lo quiere todo y en masa, lo explota todo y cada vez más. De dónde
sale el níquel, el plomo, el mercurio, el carbón, el vidrio, de dónde salen
todos los minerales que terminan convertidos en desperdicios peligrosos fluyendo
en residuos venenosos que contamina la sangre del planeta. El culpable es el
modelo consumista en el que siempre se necesita algo porque se ha inoculado el
querer poseerlo todo.
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