El tendedero

miércoles, 19 de febrero de 2014

QUINTO PODER: El efecto mariposa

QUINTO PODER

El efecto de la mariposa

Argentina Casanova

"El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".
Proverbio chino.

Una noticia confirmó lo que ya se venía especulando: la globalización de los agentes contaminantes. Un estudio sobre contaminación atmosférica detectó que la mayor parte de los contaminantes en las ciudades costeras de Estados Unidos procede de las fábricas de China, la noticia se dio a conocer hace unos días y eso obliga a pensar en la “globalización” de los efectos de la contaminación. Ya antes Japón dio muestras de este fenómeno con la contaminación generada por Fukushima inundaba el océano pacífico llevando los peligrosos desechos radioactivos hasta a otras partes del mundo. 

El dato oficial es que entre el 17% y el 26% de la contaminación atmosférica registrada en Estados Unidos era provocada por industrias dedicadas a fabricar productos para la exportación, buena parte de los cuales se vendían al mercado de Estados Unidos, principal consumidor de la mercadería china por sus bajos precios obtenidos así tras largas jornadas de trabajadores casi en condiciones de esclavitud.
El mundo ha llegado a la era de la globalización de los desastres ambientales, tal como lo concibió en el flujo de la información Marshall MacLuhan, el mundo se encuentra estrechamente vinculado lo suficiente como para entender la relación entre la negativa de Estados Unidos a firmar el tratado de Kyoto, el envío de desechos de computadoras y equipos de telefonía al llamado “tercer mundo”, la persecución y saqueo de los recursos naturales por parte de países “desarrollados” como Canadá, Holanda, Australia y otras naciones que invierten en las planta eólicas llamándola energía limpia mientras rompen con el medio ambiente y saquea la minería y contaminan el agua de esos países “en vías de desarrollo”.
El mundo nos ha quedado chico a tal punto que ahora la ciencia busca planetas posibles a dónde migrar para cuando nos hayamos acabado la Tierra, para cuando el tiempo nos alcance y el Sistema capitalista apuesta a aplicar que el excesivo consumismo tendrá que “regularse” mágicamente de alguna forma.
Vivimos una realidad en la que los economistas han preferido creer en la mano invisible que en su momento intervendrá para regular la creciente demanda de recursos naturales para continuar produciendo-ofertando para el consumo de productos las más de las veces innecesarios, desperdiciados y que irán a terminar como basura en la mayoría de las casas, ciudades y países. Así se van concentrando enormes cantidades de baterías que nadie sabe a dónde van a parar, insumos de computadoras, teléfonos celulares, equipos digitales, plástico, botellas y papel que representa la vida de miles de hectáreas de bosques del planeta. Petróleo que sigue consumiéndose y contaminando. Un ciclo que parece no tener fin hasta que vemos estas noticias o recordamos la “nube” de plásticos que flota en el océano.
El impacto en el corto plazo es la depredación de los recursos a pueblos indígenas que ven violentado sus derechos pero también al efecto que ese Sistema capitalista depredador ha emprendido contra el planeta y del que nadie está a salvo, no hay país ni pueblo que se libre del efecto global de la contaminación y de las catástrofes que estaría causando sobre los recursos naturales una oleada de radioactividad. Todavía nadie puede decir qué efecto tuvo sobre el planeta Chernobyl, nadie aún puede descartar cuáles son los efectos que aún aquellos pueblos que nunca eligieron ni apoyaron el ciclo consumista-devastador y que viven en la disminución de la producción de alimentos, de la pesca, de la migración de las aves y de otros tantos efectos en el que el mundo parece una madeja de hilo en la que alguien tira y no tiene para cuando parar hasta acabar con todo.
China no es culpable, el culpable es el mundo que consume sus productos de baja calidad y bajo precio. El responsable es el sistema que apuesta a la producción para un mercado que no tiene llenadera, que siempre quiere algo nuevo, más y diferente. Lo quiere todo y en masa, lo explota todo y cada vez más. De dónde sale el níquel, el plomo, el mercurio, el carbón, el vidrio, de dónde salen todos los minerales que terminan convertidos en desperdicios peligrosos fluyendo en residuos venenosos que contamina la sangre del planeta. El culpable es el modelo consumista en el que siempre se necesita algo porque se ha inoculado el querer poseerlo todo.


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