El tendedero

lunes, 13 de noviembre de 2017

La negación de la escucha a la otra


 Argentina Casanova

La escucha a la otra y la disposición a conocer sus ideas se ha convertido en el camino más radical hacia la construcción de paz en un tiempo en el que la sociedad prefiere “descalificar” antes que intentar conocer el pensamiento ajeno.
Todo se convierte en una frontera. Incluso entre asumir un feminismo y pregonar que se tiene otro de los muchos feminismos, llevando la dinámica de las reflexiones entre feministas exactamente al mismo plano que en una sociedad patriarcal de imponer la perspectiva y desarticular, acabar con la –otra- vista como “oponente” a la que se debe “liquidar” para que no le queden ganas de disentir de una postura, otra vez hegemónica incluso entre los discursos “marginales”. 
Rulfo, No oyes ladrar los perros
¿Cómo podremos construir una sociedad mejor que la actual si no hemos aprendido a sostener diálogos con estructuras diferentes? Si aún las dinámicas siguen el mismo impulso del sistema dominante-opresor, de acabar con quien disiente y “desmontarla” en vez de albergar la posibilidad de que ambas pudieran tener razón en distintos contextos y para diferentes realidades.
Pero no. La gente no discute para aprender, ni para dialogar, ni para intercambiar ideas. Lo hace pensando en "descalificar" al otro, en "desechar" los argumentos de la otra persona, es decir no sabe dialogar, en cambio sabe de ganar, de triunfar e imponer su racionamientos o posturas a las que ha llegado por un camino de experiencia propia, a cualquier precio.
Recuerdo una crítica leída en alguna parte en la que una persona desde una posición de privilegio-centralista y hegemónico cuestionaba  que un grupo de feministas se auto asumiera “periférica”, argumentando que ese término era como autodescalificatorio, porque desde su visión la periferia era eso. Nunca se le ocurrió reconocer el derecho a las otras de auto adscribirse como se sintieran.
De la misma forma leemos a feministas que asumen una postura frente a otras feministas que adoptan una contraria, ambas dentro de la perspectiva de los feminismos. sosteniendo discusiones en las que alguna de las partes pretende siempre ganar, mostrar que tiene la razón y la otra persona está equivocada.
Esta postura parte desde el principio de que la única alternativa es "ganar" porque se tiene la razón y no intenta dialogar, nunca tuvo ese interés de escuchar, sino de hablar en un monólogo que a gritos impusiera su visión o simplemente acallara a la otra opinión.
En todos los ámbitos de la vida actual, las discusiones están llenas de un esquema patriarcal falocentrista de "imponer" y voy a descalificar o desmontar tu argumento, "yo gano"... así está construida hoy día la idea de una discusión.
Nadie quiere ofrecer una disculpa porque hacerlo significa –en su lógica triunfalista- subyugarse, doblarse, o en términos de Octavio Paz, “rajarse” y rajarse es lo más femenino porque las mujeres son las que están “rajadas”, así que en estos tiempos ni las feministas ni los antefeministas aceptaría jamás perder una discusión que implicaría esa posibilidad de escuchar y concederle capacidad de persona reconociéndole como interlocutor/a y detenerse a escuchar los argumentos y que en su lógica es “abrirse”.
De todo lo que el sistema patriarcal le ha hecho al mundo, la incapacidad de reconocer que perder no significa perder y que ganar no es lo que hace superior a alguien, ni mejor ni le otorga razón. Las guerras se inician por dos personas que creen tener razón y que no aceptan admitir que la otra persona puede tener en sus argumentos algo de lógica.
Incluso cuando dos equipos de fútbol juegan, una hinchada o “porra” dice de la otra “los cogimos”, como acto violento de sometimiento, porque quien vulnera es quien posee la fálica condición de penetrar.
Nada más violento que negar la condición de otra, la otredad humana que nos permite reconocer al otro/a y empatizar con él/ella como sujeto, reconocerle condición humana al encontrar rasgos comunes; reconocerme en la otra es lo que me hace humano, reconocerle voz y capacidad de diálogo y darle escucha es lo que nos hace humanas, y si eso no es posible ni entre feministas, estamos aún muy lejos de construir ese mundo igualitario incluso para nosotras.
¿De verdad estamos avanzando hacia una sociedad más justa y feminista si las feministas no empezamos por replantearnos esas lógicas y la única forma que conocemos de imponer las ideas es descalificando a la otra, el trabajo de otro equipo, de mis compañeras y de mis propios pares? Yo creo que renunciar a ganar y a tener la razón es apenas un atisbo de mirar de otra forma y reconocernos patriarcalmente hegemónicas.
Incluso en los pretendidos espacios feministas en los que aún prevalece esa lógica de "yo gano, yo impongo, yo desmonto, yo descalifico lo que tú ´mi oponente´ crees".
Creo que es más atinado pensar en hablar, partir de aprender de la otra, conversar y pensar que no se trata de una batalla sino de que aprendamos de nuevo a conversar, dialogar sin imponer; empezar a escuchar de nuevo.



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Extraordinaria propuesta humanista! Gracias por compartir lo esencial ��

Anónimo dijo...

Excelente articulo!!! totalmente cierto de principio a fin! me da gusto saber que no soy profeta en el desierto y que hay otras mujeres que piensan como yo :) ojala algun dia todos aprendamos a escuchar al otro y a aprender de él. saludos! Eloisa Palacios